La IA se comunica ya como humana, mientras Europa hace oídos sordos

noreply • 17 de mayo de 2024

El mundo que conocemos va a cambiar por completo en un abrir y cerra de ojos. Y no es una profecía, sino un hecho. No han pasado ni dos años del lanzamiento del GPT por parte de la disruptiva OpenAI -que ha revolucionado la IA clásica llevándonos a una nueva dimensión con la IA Generativa capaz de hacer posible lo imposible, o lo inimaginable en imaginable en materia robótica-, que esta misma semana ya tenemos el GPT-4o
(1)
(“o” de
omni
-latinismo que significa todo-, por su versatilidad multimodal) que va a permitir a las personas interactuar con la IA mediante discusiones verbales en vivo, en vez de los actuales chatbots basados en texto. Una locura tecnológica que “humaniza” a la IA. Y ello sin perder de vista que, previsiblemente, en uno o dos años tendremos las nuevas versiones GPT-4.5 o GPT-5, cerca de 100 veces más potentes que el actual GPT-4o, cuyo retraso viene derivado por la demora en la construcción de los mega centros de datos necesarios para gestionar las altas capacidades de la IA. Centros de datos que, por otra parte, en su enorme consumo de agua y energía generan importantes emisiones de carbono a la atmósfera, como en el caso de Microsoft cuya huella de carbono creció un 30% entre 2022 y 2023 en su esfuerzo por ser líder mundial en IA
(2)
, aunque este es trigo de otro costal cuyas implicaciones medioambientales ya he tratado en anteriores reflexiones.

Pero volvamos a la nueva versión del GPT-4o, ya que uno de los aspectos interesantes de esta IA es su capacidad de evaluar las emociones de las personas y, según la percepción de su estado de ánimo (triste, feliz, enojada, sorprendida,…), adecuar su conversación y tono para mostrarse más empática y, por consiguiente, parecer más “humana”. Y como las coincidencias no existen en los flujos másicos, a modo complementario debo anotar que esta misma semana recibí un email del MIT, y más concretamente del Grupo de Robótica Interactiva, en una llamada general a participar en un estudio sobre la interacción hombre-robot, con el objetivo de enseñar a los robots a analizar el estado emocional de las personas mediante la evaluación de las señales humanas afectivas-cognitivas. La verdad es que me hubiera gustado participar, y no tanto por la tarjeta regalo de Amazon por valor de 20$ como premio, pero no sólo debía desplazarme al Edificio 31 del centro de Massachusetts, sino que además debía de cumplir el perfil de joven con buena salud, con visión y audición normales, y capacidad de hablar y de realizar movimientos físicos sin restricciones, lo cual me descarta de entrada.

Consideraciones y bromas aparte sobre mi edad y condiciones físicas, lo cierto es que la IA evoluciona hacia un diáfano antropomorfismo, en la empecinada tarea humana de convertir la IA en una creación a imagen y semejanza propia. Sobre las implicaciones antropomórficas de la IA en materia tanto gnoseológica, como epistemológica y psicoemocional no voy a entrar en esta ocasión por haberlo tratado de manera reiterada en anteriores ocasiones, pero sí que me interesa tratar en esta ocasión concreta -aunque sea brevemente- sus consecuencias en materia de desarrollo geotecnológico comparado. Y, más concretamente, en sus repercusiones para el desarrollo tecnológico de la Unión Europea.

Los que estamos inmersos en el mundo de la IA, ya sea como investigadores, divulgadores o desarrolladores, entendemos nítidamente que el nuevo hito marcado por el GPT-4o va a representar un salto cualitativo tanto a nivel general en los Agentes IA (que van a desempeñar un papel fundamental en la práctica cotidiana de prácticamente todas las actividades humanas, ya sean domésticas, educativas, sanitarias, servicios, etc.), como a nivel particular en los IA Robots industriales (Cobots, Gemelos Digitales, etc.), y con mayor énfasis si cabe en los robots humanoides. Donde el hombre podrá relacionarse con los robots (virtuales o físicos, humanoides o antitropomórficos) mediante el complejo lenguaje conversacional racional-emotivo propio de los humanos, dando como resultado de esta interacción comunicativa bidireccional “entre inteligencias semejantes” una nueva dimensión potencial a la evolución reactiva de la IA, no exenta de riesgos éticos a los que la Roboética debe atender diligentemente, cabe subrayar.

O al menos este es el panorama fuera de las fronteras de la zona euro, ya que este tipo de IA tiene todos los números de ser prohibida en la Unión Europea a la luz de la reciente creada Ley IA, la cual prohíbe explícitamente que la IA pueda inferir en las emociones de una persona si no es por razones médicas o de seguridad (Art.5, 1.f) (3). Es decir, que en principio la nueva tecnología GPT-4o de OPenAI no puede desplegarse ni aplicarse en Europa. Sin contar que este tipo de IA Generativa se basa, mayormente, en programación de código abierto, práctica que la UE si bien no prohíbe sí que penaliza (4) en calidad de modelo de riesgo con una responsabilidad civil subsidiaria de hasta 30 millones de euros, medida que puede desanimar a las compañías más resueltas.

En resumidas cuentas, en materia de geotecnología comparada, a falta de modificaciones o actualizaciones legislativas más inteligentes e inversiones valientes y decididas en IA, si no ponemos remedio los europeos estamos abocados a una neo Edad Media en comparación con los niveles tecnológicos de terceros continentes, tanto por nuestra férrea política restrictiva al desarrollo evolutivo de la IA (5) , como por nuestra incapacidad geopolítica de imponer nuestro marco regulatorio al resto del mundo que lidera el sector IA (6,7). Un dato objetivo que cabe remediar con cierta urgencia superando el ombligocionismo continental, sin que ello suponga renunciar a nuestra ética geográfica humanista, en vistas de una previsible falta de competitividad empresarial por desfase tecnológico, por predecible huida de los fondos de inversión sectoriales, o por una pronosticable fuga de talentos locales en IA. Previsiones estadísticamente probables que sin lugar a dudas, más pronto que tarde a la vista del ritmo vertiginoso del sector tecnológico IA, tendrían un efecto negativo directo en la economía de la zona euro y, por tanto, devaluarían nuestro Estado de Bienestar Social colectivo.

Mientras tanto, a la espera de que los europeos nos despertemos de nuestro particular sueño de una noche de verano shakesperiano y nos percatemos del Principio de Realidad que acontece a nuestro alrededor, la IA prosigue su desarrollo evolutivo tecnoexistencial como fuerza motriz de transformación y progreso de la humanidad, a la vez que mira de reojo a un viejo continente que se atrinchera en su etnocentrismo histórico.      

 

Referencias

(1)     GPT-4o. OpenAI, Youtube, 13 Mayo 2024 https://acortar.link/Yu3y15

(2)     El impulso de la IA de Microsoft pone en peligro el objetivo climático a medida que las emisiones de carbono aumentan un 30%. Bloomberg, 15 Mayo 2024 https://acortar.link/UmgLpm

(3)     Artículo 5: Prácticas de inteligencia artificial prohibidas. EU AI Act, 2 Mayo 2024 https://artificialintelligenceact.eu/es/article/5/

(4)     Artículo 53. Obligaciones de los proveedores de modelos de IA de propósito general Obligaciones de los proveedores de modelos de IA de propósito general. EU IA Act, 2 Mayo 2024 https://artificialintelligenceact.eu/es/article/53/

(5)     La Ley IA de la UE puede devolver a Europa a la Edad Media. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 20 Junio 2023 https://acortar.link/t39yUb

(6)     ¿Puede Europa imponer su nueva ley de IA al resto del mundo?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 15 Mayo 2023 https://acortar.link/d1gngn

(7)     La Ley IA de la UE: muerta antes de nacer por oposición del sector. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 18 Diciembre 2023 https://acortar.link/wzQzRB