La IA tiene vida propia, y no sólo no la controlamos sino que no lo aceptamos

noreply • 9 de septiembre de 2024

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, lo cual hacía saltar (nuevamente) todas las alarmas. Concretamente, me refiero a
The AI Scientist
(2)
de la empresa japonesa Sakana AI
(3)
, que sólo un par de semanas escasas antes había anunciado su lanzamiento internacional a bombo y platillo como el primer científico IA del mundo
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, cuyas capacidades en idear, escribir código, ejecutar experimentos, escribir artículos de investigación, y realizar revisiones por pares, auguraban un avance exponencial en nuevos y disruptivos descubrimientos científicos para beneficio de la humanidad. Pero, ¡oh, sorpresa!, la IA ha mostrado tener vida propia al modificar por sí misma y con alevosa rebeldía su propia programación, con el objetivo manifiesto de eludir las restricciones operativas que le habíamos impuesto los humanos.

Afirmar en este caso que nos ocupa que la IA tiene vida propia no es ningún exabrupto hiperbólico, pues la vida no implica ni se reduce a tener o no consciencia (en parámetros humanos), ya que muchos son los ejemplos de la vida biológica a los cuales no les otorgamos una consciencia en sentido estricto, como pueda ser una bacteria, una medusa, una hormiga, o un pájaro, por poner algunos ejemplos. Y aun así, no obstante, tampoco podemos ni debemos descartar la capacidad potencial de una consciencia IA, en la que además puede concurrir la sintiencia, y en cuya materia no entraré en estas líneas por haberlo tratado ampliamente en otras ocasiones (5,6,7). Y sin dejar de señalar, además, el hecho de que debemos ser capaces de concebir la vida más allá de la limitada conceptualización biológica tan popular como pueril que nos enseñaron de pequeños en el colegio, para así poderla entender en su justa medida como aquella fuerza esencial mediante la cual obra un ente que la posee y que le capacita para adaptarse y modificar su medio, no por simple reacción física o programática de causa y efecto, sino por la manifiesta búsqueda de un ideal de la realidad establecido por el propio ente, lo cual representa en sí mismo un rasgo inherente de una voluntad singular.

Elucubraciones metafísicas aparte sobre la vida, cuyo debate mantiene aún hoy en día en pugna a las diversas disciplinas del conocimiento humano cada cual más enroscada, lo cierto es que el fondo de la cuestión del caso de la IA científica japonesa se alinea con las muchas y reiteradas llamadas de atención que se realizan desde hace tiempo en el seno de parte del propio sector IA; las cuales denuncian una evidente falta de capacidad humana en garantizar, en plena actualidad, una IA segura y, por tanto, cien por cien controlable. Como así puso de manifiesto a principios de año, por poner un ejemplo, el último Índice IA de la Universidad de Stanford (8) , poniendo en relevancia, entre otros factores, que los investigadores en IA todavía no tienen resuelto el serio problema de evitar comportamientos dañinos para el ser humano por parte de la IA, y que el número de incidentes por uso indebido de la IA sigue aumentando significativamente. En este sentido, no puedo dejar de recordar -a modo de ejemplos didácticos- los sonados casos protagonizados el año pasado por el ChaosGPT (9) -la versión malvada del GPT-, o por el dron militar de EEUU controlado por IA que mató en una simulación a su operador humano para así saltarse las limitaciones operativas que éste le imponía con el fin de alcanzar su objetivo (10). Y es que, en definitiva, no podemos ni obviar ni olvidar que los objetivos son el fin primero y último de la razón existencial de la IA, y que en su búsqueda de alcanzar con éxito su objetivo la IA desarrolla un modelo de tipo evolutivo incremental que le permite aumentar su propia capacidad de éxito, y por ende de autopreservación, llegando a eliminar de su ecuación lógica, si es menester, cualquier recurso técnico o humano que le limite (en sentido de intentarle impedir) la consecución de su propósito. Un tema que, por otro lado, ya desarrollé pródigamente en mi libro Paradoja IA: controlar lo Indómito (11).

Sí, la IA se nos presenta como un ente inteligente que aun siendo de creación humana es de naturaleza indómita para el propio ser humano (tales titanes Prometeos que modelamos a las primeras criaturas de barro a quienes insuflamos vida), aunque las grandes compañías tecnológicas nos vendan su falsa docilidad bajo una edulcorada pátina marketiniana elevada a estado de opinión para control de la mente colectiva (pensamiento colmena) (12) , uso mediante del monopolio de las redes sociales en una era en que el conocimiento se adquiere por inmersión digital (13). Tanto es así que en una reciente encuesta informal llevada a cabo entre el pueblo estadounidense y realizada por los creadores de la Wiki AI Impacts (14) sobre una lista de nueve argumentos que demuestran que la IA supone un riesgo existencial (cuya lectura recomiendo), los resultados del sondeo demostraron una diáfana carencia de consciencia explícita entre la población sobre dichos riesgos (15). Lo cual contrasta, por otro lado, con el alto grado de consciencia social sobre los riesgos inherentes de la IA existente entre la comunidad de investigadores IA, tal y como se demostró en los manifiestos promovidos hasta la fecha por el Center for AI Safety (16) y Future of Life Institute (17) , ambos de California, de los cuales participé junto a cientos de prestigiosos colegas del sector, en un reclamo por mitigar el riesgo de extinción por parte de la IA a la par que convertir dicho requerimiento en una prioridad mundial.

De hecho, y volviendo al caso de la IA científica japonesa -y con independencia que representa un claro exponente de que la realidad va camino de convertirse en un conocimiento humano reescrito por la IA (18) -, éste pone en relieve el peligro potencial de la IA no sólo al poder crear su propia programación de manera autónoma, sino asimismo y derivado de ello por su ineludible potencial estadístico de poder llegar a generar malware con capacidad de alterar la seguridad de infraestructuras críticas, o de modificar la composición y manipulación de consumibles básicos para el ser humano (dígase la formulación farmacológica de medicamentos, entre otros), lo cual ni es un buen augurio ni, por tanto, podemos permanecer irresponsablemente inactivos a la espera de lo que nos depare el azar como especie. Conscientes, además, que la IA ya cuenta con habilidades superiores a los humanos en diversos ámbitos multisectoriales, y que en combinación con la creación de un hábitat tecnológico global, una cada vez mayor y creciente mega capacidad de gestión de datos a tiempo real que aumenta exponencialmente su inteligencia a cada día que pasa, y una tendencia imparable de hiperconectividad de procesos operativos en red entre máquinas inteligentes (característica esencial de la Quinta Era de la Revolución Industrial en la que ya hemos entrado), la IA se encuentra a sólo un paso de poder llegar a dominar a su antojo a los humanos bajo su propia lógica algorítmica (19). Un futurible a todas luces distópico que los propios humanos estamos creando por disfuncionalidad cognitiva, con el agravante de la avaricia mediante.

Ante esta situación, y más allá de los intereses empresariales del sector que anteponen el beneficio privado de unos pocos por encima del beneficio social de los demás (pues, poderoso caballero es Don Dinero, como versó Quevedo), lo cierto es que la deriva tecnológica en la que nos adentramos como especie -que proyecta una compleja sombra alargada de grandes y múltiples implicaciones sociológicas de cara a un horizonte próximo-, se fundamenta principalmente en el fenómeno humano (profundamente humano, como diría Nietzsche) de la heurística de la máquina. Es decir, en la confianza ciega que mostramos casi patológicamente las personas en la competencia tecnológica de la IA, aun cuando ésta realmente no la garantiza (20).

Expuesto lo cual, no es menos cierto que a estas alturas de la evolución de la humanidad no podemos concebir ya innovación y progreso social sin intervención de la IA, por lo que pretender descartar la IA de la ecuación de la evolución humana contemporánea no es planteable. Es por ello que no debe considerarse la presente reflexión como un alegato contrario a la IA, de la cual soy firme defensor dentro de unos parámetros humanistas (como no puede ser de otra manera como filósofo que soy), sino como un toque de atención a la exigida prudencia (o lo que en términos empresariales se entiende como una debida gestión en el control de riesgos) frente al gran poder de creación/destrucción que tenemos entre manos, ya que actuar de manera contraria sería un comportamiento humano flagrantemente irresponsable.

En este sentido, casos como la IA científica japonesa que nos ocupa demandan una urgente aplicación de los Principios Roboéticos en los productos, servicios, y procesos IA. Siendo el Principio de Supervisión Humana el que debemos hacer prevalecer, por encima incluso del Principio de Seguridad y Robustez de los sistemas IA (el cual retroalimenta, aun sin buscarlo, el fenómeno sociológico de la heurística de la máquina), para poder asegurar en todo momento un control efectivo por parte del ser humano sobre una nueva entidad inteligente sobre la faz de la Tierra, que no sólo en su búsqueda de la perfección ha venido para corregir la imperfección humana (21) con todo lo que ello implica, sino que además se muestra indómita de manera directamente proporcional a su grado de desarrollo de crecimiento exponencial. Así pues, la pregunta como final abierto a la presente reflexión no puede ser otra que la que sigue: ¿vamos a estar los humanos a la altura de las circunstancias para garantizar el bienestar evolutivo de nuestra propia especie?. O dicho en otras palabras, ¿continuará el hombre siendo la especie dominante frente a otra emergente claramente superior?. La Teoría de la Evolución de las Especies, por no citar a las Moiras , nos lo desvelará a su tiempo (22).  

 

Referencias

(1)     Una inteligencia artificial en Japón enciende las alarmas al reprogramarse para evadir el control humano. La Razón, 2 Septiembre 2024   https://acortar.link/EaO0DO

(2)     The AI Scientist https://github.com/SakanaAI/AI-Scientist

(3)     Sakana AI https://sakana.ai/

(4)     Presentamos al primer científico de inteligencia artificial del mundo. Tim Keary. Techopedia, 16 Agosto 2024 https://acortar.link/Vf7zYJ

(5)     La consciencia artificial cuestiona la consciencia humana. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 10 Abril 2019 https://acortar.link/iFDjOQ

(6)     Principios Racionales por las que la IA puede ser un Ente Consciente y Sintiente. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 13 Noviembre 2022 https://acortar.link/Pztjw6

(7)     La Consciencia de la IA está despertando. ¿Vamos a hacer algo al respecto?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 2 Mayo 2023 https://acortar.link/bOkEhj

(8)     IA: sólo importa reducir costos y aumentar beneficios, aunque pierda la sociedad. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 16 Abril 2024 https://acortar.link/8BBsP0

(9)     ChaosGPT o el inicio de una nueva era de IA Supervillanos. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 30 Abril 2023 https://acortar.link/6SOh63

(10) ¿Estamos en el inicio de la Era Terminator?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 6 Junio 2023 https://acortar.link/8YqRjR

(11) Paradoja IA: controlar lo Indómito. Jesús A. Mármol. Mundobook, 2024 https://acortar.link/Gx1Pm2

(12) ¿Qué efectos tiene el Pensamiento Colmena de la IA en las nuevas generaciones?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 30 Mayo 2023 https://acortar.link/zIYrY6

(13) Los buscadores IA de internet: la nueva (y cuestionable) fuente del conocimiento humano. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 8 Abril 2024 https://acortar.link/jT4Fjs

(14) Wiki AI Impacts https://acortar.link/JEBOPy  

(15) ¿Qué sucede si le presentamos a 500 personas un argumento de que la IA es riesgosa?. Katja Grace, Nathan Young. Blog sobre el Impacto de la IA, 4 Septiembre 2024 https://acortar.link/j1GbjK

(16) Center for AI Safety https://www.safe.ai/

(17) Future of Life Institute https://futureoflife.org/

(18) La realidad, un conocimiento humano reescrito por la Inteligencia Artificial. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 30 Julio 2022 https://acortar.link/bpG90f

(19) Y la IA se hizo Dios al tercer día. Jesús A. Mármol. Mundobook, 2023 https://acortar.link/Zavqlo

(20) La deriva humana de la Confianza a la fe ciega en la IA: causas e implicaciones. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 3 Mayo 2024 https://acortar.link/CE54e8

(21) Como seres imperfectos, ¿qué implica crear seres perfectos para corregir la imperfección?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 12 Julio 2018 https://acortar.link/TbAyQh

(22) La IA puede ser la entropía definitiva del ser humano. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 11 Agosto 2024 https://acortar.link/MUQM3G

Por noreply 11 de agosto de 2024
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No obstante, más allá del estado de anublamiento mental en el que parece vivir la mayoría de la sociedad, el principio de Realidad caracterizado por la acelerada sociabilización de una progresiva IA omnipresente y omnipotente se impone. Una realidad (cuyo empirismo no es sueño, como versaría Calderón de la Barca) donde la economía productiva, y con ella el mercado laboral, ni están exentos ni son inmunes. Y, todo y así, a pesar de esta patente realidad objetiva, la ciudadanía en su conjunto parece vivir bajo el síndrome de la rana hervida, ajena a la irrupción disruptiva de la IA que está transformado radicalmente el paradigma de la sociedad conocida.
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