Descapitalización europea con la salida de las grandes tecnológicas. Y, ahora, ¿qué?
No obstante, esta necesidad en la
gestión de datos -como fundamento de la actual era del conocimiento en un mundo
tecnológico IA-, casa como agua y aceite con la reciente Ley UE de la IA, y más
particularmente con su Reglamento General de Protección de Datos (la cual, sea
dicho de paso, es casi una década anterior a la propia Ley IA, y algo más de
media década anterior al surgimiento del ChatGPT). De hecho, el debate sobre
dataísmo versus
humanismo viene ya de lejos, pues -más allá de su dimensión
potencial de violabilidad instrumental de la privacidad digital personal- hemos
sido varios los pensadores que ya en antaño preveíamos el riesgo sistémico
inherente por parte de la gestión dataísta en la abstracción de la personalidad
humana individual -lo que conlleva la deshumanización de la existencia
personal-, en pos de su recalificación en calidad de valor cualitativo y
cuantitativo como contribución a un sistema utilitario aséptico de
procesamiento de datos bajo lógica algorítmica. Un tema del que no me explayaré
por haberlo analizado sintéticamente hace ya unos años atrás (1).
Un debate, más o menos teórico en
tiempos no muy lejanos, que hoy deviene de rabiosa actualidad por su relevante
implicación en el ámbito de la economía de Mercado (que como sabemos, es el
motor de desarrollo de toda sociedad). Me refiero, como clara manifestación del
mismo, con la decisión aún caliente elevada a noticia pública por parte de la
tecnológica Meta (empresa matriz de Facebook, Instagram, WhatsApp, y Messenger
Live, entre otros) de no entregar sus próximos modelos de IA multimodal en la
zona de la UE, “debido a la naturaleza impredecible del entorno regulatorio
europeo” (2).
Determinación que copia y sigue los pasos iniciados hace ahora un mes por la
tecnológica Apple que, por las mismas razones (3)
, ya excluyó a la UE de sus novedades en IA. (A lo
que la UE reaccionó, sea dicho de paso, única y exclusivamente con una pataleta
reprochadora hacia Apple por “mostrar un comportamiento anticompetitivo” (4). ¡Qué grandes gestores de
la res publica
tenemos! -léase con ironía, por si no se ha notado-).
Dislate de una crónica anunciada
Lo cierto es que la presente
situación en la que nos encontramos se veía venir, como ya se avanzó en su día
antes incluso de la propia aprobación de la Ley UE IA (5,6,7,8). Y es que el choque entre el Imperio
del Mercado (ultraliberal) norteamericano y el Imperio de los Derechos
(humanistas) europeo estaba asegurado. Una tesitura que previsiblemente, a
falta de un improbable giro copérnico de los acontecimientos, presenta un
panorama futurible nada alentador para la salud económica de la zona euro, a
razón del siguiente flujo selectivo de sucesos probabilístico:
Estado de la situación actual
1.-Los productos y servicios IA
que utiliza el tejido productivo (y de ocio) de la UE son, aplastantemente, propiedad
de las grandes tecnológicas norteamericanas. (Al menos desde 2003, con la
llegada de Google a Europa).
2.-La Administración de la UE
impone en la zona euro su Ley IA, caracterizada por una regulación sectorial
restrictiva, pensada ad hoc
para el ecosistema propio y derivado de las
grandes tecnológicas norteamericanas. (Desde 13 de marzo 2024)
3.-Se cumple el pronóstico de que
grandes tecnológicas norteamericanas (en un efecto dominó intra sectorial) dejan
de operar parcialmente en el mercado europeo, sacrificando volumen de negocio
por capacidad y política innovadora. (Desde 21 de junio 2024)
4.-La zona euro queda excluida de
los nuevos productos tecnológicos en IA (de la post era GPT-4), lo que afecta a
la capacidad competitiva del tejido productivo de la UE. (A partir de 1 julio
de 2024)
Pronóstico de la situación a
medio plazo
(bajo lógica de la suma de
historias feynmaniana)
4.-Las empresas IA de la UE,
mayoritariamente startups
, deberán afrontar el dilema de operar en la
zona euro o, por el contrario, de migrar fuera de la misma en un balance de
oportunidades de recursos tecnológicos, legislativos, y económicos.
5.-La naturaleza globalizadora
mercantil inherente de las startups
, así como su idiosincrasia
tecnológica, abocará a un número importante de empresas IA de la UE a salir
fuera de la zona euro.
6.-La previsible huida de parte de startups
(previsiblemente las más notables) del ecosistema IA autóctono
europeo, generará un proceso de descapitalización tecnológico y económico
(además de conocimiento) de la UE.
7.-La brecha productiva y por
extensión de empobrecimiento económico de la UE, por incapacidad de
competitividad tecnológica, se verá negativamente agudizada rápidamente (de
manera inversamente proporcional al vertiginoso ritmo innovador del propio
sector tecnológico IA global) respecto al resto de potencias mundiales.
8.-El presumible empobrecimiento
económico de la zona euro, derivado de la brecha productiva internacional,
afectará al modelo del Estado de Bienestar Social europeo.
Diagnóstico de la problemática
Pronósticos aparte, lo cierto es
que en Europa tenemos un problema con la IA, no sólo por haber optado por un
enfoque regulatorio estricto, en contraprestación con otras políticas
legislativas más laxas como la norteamericana que considera que son las
empresas y no la Administración quienes deben controlar el desarrollo
industrial por ser motor de innovación, o la japonesa que tras observar el fracaso
legislativo europeo busca con su nueva política “amigable” atraer inversiones
-en mar revuelto, ganancia de pescadores- y volver a colocarse a la cabeza del
sector tecnológico a nivel mundial (9). Sino también, y principalmente, porque los legisladores de la
UE, en su celo por limitarse a ser buenos reguladores o al menos intentarlo, se
han equivocado en regular la tecnología (dígase primero con los datos, después
con las plataformas digitales, y ahora con los modelos IA), en vez de regular
el servicio y uso de dicha tecnología. Que son dos cosas bien diferentes. Una
batalla contra la que el sector privado no puede competir, como así ha quedado
patente con Apple y Meta tras varios intentos de ajustarse a la normativa
europea sin resultados satisfactorios para su desesperación empresarial, lo que
los ha llevado a renunciar finalmente de un mercado tan importante como el
nuestro.
Ciertamente, aquí tenemos un
claro conflicto de intereses (en todo caso saludable, eso sí) entre sector
público, que busca el bien social, y el sector privado, que busca el bien
partidista. Dos actores que, por otro lado, forman parte indivisible de una
misma naturaleza: la sociedad. Los unos, asegurando el Contrato Social entre
todos los ciudadanos en el marco de un modelo de organización socio-político
democrático; y, los otros, asegurando la sostenibilidad del Estado de Bienestar
Social como motores de la economía de Mercado. Por tanto, sabedores que hoy en
día no puede concebirse la productividad empresarial (en sentido competitivo) sin
IA mediante, sector público y privado tecnológico IA están obligados a
entenderse. En caso contrario, en lo que respecta a nuestro continente, nos
veremos abocados a una Neoedad Media en términos tecnológicos comparativos con
respecto al resto del mundo. Y si no, tiempo al tiempo.
La solución pasa por cambiar
de enfoque
Por otro lado, cabe apuntar que
Europa, como baluarte de los Derechos Humanos por herencia clásica, no tiene ni
debe dar por perdido su pulso humanista en la nueva era IA, aunque ello no le
exime de su evidente errada estratégica en materia regulatoria. Pues si bien la
reciente Ley UE IA ha servido como faro inspirador a nivel mundial, lo cual es
una evidencia, ello no significa -en un contexto tecnológico que avanza a
velocidad de ultrasonido-, que dicha legislación no se encuentre ya desfasada e
incluso se pueda constatar, a toro pasado, su mal planteamiento de origen. Y
eso que la norma no entra en plena vigencia hasta 2026, por lo que podemos afirmar
que dicha regulación está muerta incluso antes de acabar su gestación (seamos
honestos).
Entonces, ¿cuál es el camino
para la concordia entre sector público e IA
privado en Europa?, podemos preguntarnos. Personalmente no creo que sea abrazando
la filosofía ultraliberal norteamericana (Imperio del Mercado), ya que ello
atentaría contra nuestra propia naturaleza europea de claro genoma social
(Imperio de los Derechos). Pero sí que podríamos alcanzar un entendimiento
común a medio camino, acogiéndonos a la máxima ética de Aristóteles: la virtud
se encuentra en el punto medio ( In medio virtus
); ya que como hemos
constatado resulta imposible arrastrar a las grandes tecnológicas IA a nuestro
terreno (lo cual es un claro defecto etnocentrista por nuestra parte, cuya
práctica debería estar superada desde el siglo XIX). Un punto medio o de
encuentro, propio de la intersección en un sistema de conjuntos, que no hay que
inventar porque ya existe, siendo éste el establecido por los Principios
Roboéticos (10)
, los
cuales sintetizan los valores humanistas que inspiran los principios rectores
de las Democracias europeas aplicados en el ámbito de la IA.
En este sentido, resultaría
inteligente substituir el actual sistema de niveles de riesgo de la Ley UE IA,
por un barómetro que mida el nivel de cumplimiento de los diversos Principios
Roboéticos (aceptados mayoritariamente por el sector tecnológico a nivel global)
por parte de las empresas IA, mediante Certificados de Ética IA emitidos por
auditorías externas cualificadas e independientes. Lo que representaría, a la
práctica, que seriamos los ciudadanos en calidad de consumidores los que
tuviéramos la potestad de incluir o excluir a un producto o servicio IA del
Mercado (educación humanista mediante), según su cualificación de IA Ética.
Mientras que la Administración, como garante del bien social, actuaría en su
defecto como agente inspector público sobre productos o servicios IA sin
certificación mínima suficiente, con capacidad sancionadora e incluso
requisitoria (como sucede actualmente con el mercado de los alimentos o de los
medicamentos). Un planteamiento a medio camino entre los polos opuestos que
representan la libertad absoluta de Mercado y la regulación más restrictiva del
mismo, permitiendo así la coexistencia equilibrada -no exenta de tensiones- entre
ambos al más puro espíritu keynesiano. Un planteamiento a desarrollar, entre
otros varios que pueden ponerse encima de la mesa, de urgente reflexión, ya que
resulta imperativo buscar una solución al problema creado, superando en todo
caso el obstinado entroncamiento en el que nos hallamos. Ya que la nueva sociedad
a la que nos encaminamos es IA o no es. Conscientes además que, mientras nos
decidimos a actuar, la cuenta atrás para la descapitalización tecnológica de la
vieja Europa, y su consiguiente empobrecimiento económico, ya ha comenzado.
Referencias
(1)
Dataísmo y Humanismo, ¿una relación
incompatible?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 10 Marzo 2020 https://acortar.link/EubfVc
(2)
Primicia: Meta no ofrecerá futuros modelos de IA
multimodales en la UE. Ina Fried. Axios, 17 Julio 2024 https://acortar.link/rEUYD3
(3)
Apple dice que no lanzará funciones de IA en
Europa debido a preocupaciones regulatorias. Ivana Saric. Axios, 21 Junio 2024 https://acortar.link/gWMW2o
(4)
El comisario de Competencia de la UE afirma que
la decisión de Apple de retirar la IA de la UE muestra un comportamiento
anticompetitivo. Eliza Gkritsi. Euractiv, 28 Junio 2024 https://acortar.link/zNcVBr
(5)
¿Puede Europa imponer su nueva ley de IA al
resto del mundo?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 15 Mayo 2023 https://acortar.link/d1gngn
(6)
La Ley IA de la UE puede devolver a Europa a la
Edad Media. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 20 Junio 2023 https://acortar.link/t39yUb
(7)
La Ley IA de la UE: muerta antes de nacer por
oposición del sector. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 18 Diciembre
2023 https://acortar.link/wzQzRB
(8)
La IA se comunica ya como humana, mientras
Europa hace oídos sordos. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 17 Mayo
2024
https://acortar.link/6Tzs46
(9)
Japón regula con cautela la IA para atraer
inversiones. Ryohtaroh Satoh. Nikkei Asia, 19 Junio 2024 https://acortar.link/SDmohV
(10)
Sin Roboética (Modelo de
Gobernanza IA Ética) no existe competitividad empresarial. Jesús A. Mármol.
Bitácora de un Buscador, 22 Mayo 2024 https://acortar.link/x1M1FI
