Era IA Generativa: el fin de las Universidades como motor innovador de la sociedad

noreply • 17 de julio de 2024

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, mayoritariamente, así como en menor medida a las denominadas Cátedras Universidad-Empresa, contratos de licencia de explotación, y Centros de Investigación y Tecnológicos público-privados, principalmente. Una era dorada para el sector universitario contemporáneo, tanto a nivel de prestigio social como de rédito económico, que tiene sus días contados.

La razón de esta ya iniciada cuenta regresiva para la Universidad no es otra que la irrupción hegemónica de la IA y, específicamente, en lo que respecta al emergente desarrollo de la innovación en IA Generativa para cualquier línea de conocimiento humano, ya sea exempli gratia la creación de nuevos materiales o la curación de enfermedades hasta la fecha incurables. Y si bien es cierto que del mundo universitario surgió a mediados del siglo XX tanto internet (1) , como los primeros modelos de IA (2) , no es menos cierto que la actual fase evolutiva de la IA Generativa -entiéndase como los grandes sistemas conversacionales de la familia tipo GPT4- requiere de una enorme cantidad de recursos naturales, energéticos y productivos (dígase Centros de Datos) y de ingentes recursos económicos que sólo están al alcance de las grandes compañías tecnológicas privadas. Es decir, y como bien se desprende de un artículo recientemente publicado en The Wall Street Journal (3) , las empresas ya no requieren de las universidades -en sentido genérico- para generar innovación, a su vez que éstas se ven impotentes para seguir el ritmo de aquellas. Una tendencia divergente que podría llegar a ser irreversible, a medida que aumente progresivamente el ratio monopolista tanto de recursos como de conocimiento (como retroalimentación consecuente entre ambos factores) por parte del propio sector tecnológico. He aquí la cruda realidad que se puede decir más alto, pero no más claro.

Sí, nos hallamos ante un proceso de cambio de paradigma en lo que a la relación entre Universidad y Empresa se refiere, generado por selección negativa natural del propio Mercado entre aquellos actores en juego que tienen o desean tener la capacidad suficiente para concentrar los recursos necesarios que posibiliten el desarrollo innovador en la actual era IA. Aunque como podemos observar, muchos son los llamados (o los que se presentan al llamado) y pocos los elegidos, a causa de las diversas barreras de entrada artificial existentes. O al menos, esto es lo que ocurre en el orbe occidental.

Occidente y Asia, dos modelos dispares

Y es que el nuevo escenario expuesto no puede entenderse de carácter universal. Me explico. El mundo actual está dividido geopolíticamente en tres grandes imperios: el Imperio del Mercado que lidera EEUU (por ascendencia cultural ultraliberal) , el Imperio del Estado que lidera China (por ascendencia cultural comunista), y el Imperio de los Derechos que lidera la Unión Europea (por ascendencia cultural humanista). Siendo justamente EEUU y China quienes capitanean, como potencias mundiales, el desarrollo del sector tecnológico en IA.

En materia propiamente de IA, la Unión Europea, como Imperio de los Derechos, realmente somos intrascendentes -más allá de haber creado una Ley IA de vocación global sin poder real de ejecución efectiva (4,5,6,7) -, ya que nuestra capacidad de desarrollo sectorial tecnológico es irrisorio, suma y sigue de estar sometidos de facto a las empresas IA norteamericanas. Es decir, en el ámbito de productos y servicios con IA, la Unión Europea nos encontramos fagotizados por el Imperio del Mercado de EEUU, el cual es la zona cero del tsunami divergente entre Universidad y Empresa que ya ha llegado y arrasa con fuerza nuestro viejo continente. Situación contraria es la que sucede en China y su radio geográfico de influencia, ya que la idiosincrasia misma de su Imperio del Estado promueve la infraccionabilidad entre Universidad y Empresa, pues si bien éstas son entidades jurídicas con personalidad propia diferente forman parte indisociable de una misma naturaleza cohesionadora que es el Estado.

Implicaciones del divorcio (por fuerza mayor) del tándem Universidad-Empresa

Realizado dicho apunte, volvamos a nuestro orbe occidental -y más específicamente a los lares de nuestro tetramilenario continente europeo-, que es lo que nos interesa en la presente reflexión. Manifestando, al hilo retomado, que justamente este proceso de rabiosa actualidad, de desafectación del mundo universitario como servicio público respecto al mundo empresarial, tiene grandes implicaciones sociales que trascienden el ámbito de la eficiencia innovadora.

Sin dejar de señalar que dicho escenario está transformando con nocturnidad y alevosía el actual modelo económico capitalista de libre Mercado democrático hacia un modelo oligopolista de claro corte algocrático, lo cual es una evidencia empírica que afecta directamente al modelo de organización socio-político conocido (tiempo al tiempo), me interesa particularmente llegados a este punto hacer hincapié sobre su incidencia en materia de Ética. Entiendo la relevancia de la Ética como el corpus de valores morales que estructuran y articulan toda sociedad, que se dice pronto.

En este sentido, es por todos conocido que las universidades (y por extensión el conjunto de centros que conforman el sistema educativo) son entidades de servicio público que buscan, con sus luces y sus sombras, democratizar el acceso al conocimiento como medio instrumental del proceso de sociabilización de los ciudadanos, bajo el principio rector de garantizar la Igualdad de Oportunidades al mayor número de personas de una misma sociedad. O, dicho en otras palabras y de manera sintetizada, el mundo universitario busca y promueve el Beneficio Social como valor superior a defender. Un Beneficio Social que, con independencia de que los alumnos opten por disciplinas técnicas, conlleva de carácter inherente valores morales humanistas como son la equidad, el bienestar, la legalidad, la transparencia, la rendición de cuentas, y la calidad de vida, por poner algunos ejemplos notables. Contrariamente, el sector empresarial oligopolista de la IA Generativa busca y promueve el Beneficio Privado (para sus cuadros de explotación) como valor superior a defender bajo parámetros éticos ultraliberales que, en su carrera sine die por la innovación competitiva, se manifiesta -de manera más o menos sutil- antagónico a la filosofía humanista (dataismo versus humanismo). Pues si por las acciones podemos conocer al sector IA, éste diáfanamente no se esconde en imponer su visión de una economía productiva (de lógica y eficiencia algorítmica) basada en la reducción de costes y el aumento de beneficios, aun en detrimento del bienestar del conjunto de la sociedad (8, 9). Y es por todos sabido, asimismo, que si bien la Ética no es universal sino geográfica, ésta define en calidad de elemento nuclear el modelo de Contrato Social (fundamento de los derechos civiles y sociales) en el que las personas nos desarrollamos como ciudadanos.

Dicho lo cual, de esos barros estos lodos en forma de silogismo:

1.-El sector tecnológico de la IA Generativa sustituye a la Universidad como motor de innovación social,

2.-La IA Generativa genera un impacto disruptivo (de perfil antihumanista) en el modelo de sociedad,

3.- Ergo , la Universidad tiene una gran responsabilidad ética en la formación de futuros profesionales multisectoriales en la era de la IA Generativa.

Sí, ciertamente el mundo universitario ya no puede competir con el sector IA en el ámbito tecnológico -sinónimo de innovación social en la era contemporánea, y cuya evolución del conocimiento es tan vertiginoso a la par que capitalizado por el propio sector-, pero sí que tienen las universidades la plena capacidad para afianzar su diligente libertad de cátedra ética (dígase la implantación de una formación en materia de Roboética de carácter transversal al conjunto de programas formativos) en la nueva sociedad en ciernes (10,11). Entendiendo aquí la Roboética, querido lector, como el estudio de la Ética principalmente Práctica (que es aquella que afronta problemas morales concretos y controvertidos) en la relación IA-personas, donde el contexto humano siempre se manifiesta como un complejo entorno VUCA.

Qué le vamos a hacer, como humanista me resisto a que el mundo universitario quede relegado a una segunda posición irrelevante en la carrera por el conocimiento y la innovación a favor de un selecto grupo privado de empresas, y que pierda así su papel de motor de cambio social en pleno inicio de la actual Quinta Era de la Revolución Industrial marcada por la IA Generativa. Quizás sea porque, como reza el refrán, de casta le viene al galgo ser rabilargo, ya que mi linaje cuenta con varones segundones (por determinismos en el orden de nacimiento) de la estirpe familiar que estudiaron en la primera Universidad que existió en España, la de Salamanca, donde un Mármol ejerció en el siglo XVI como docente bajo la cátedra de Filosofía de la Moral. Sea como fuere, lo que resulta perentorio en un tiempo eminentemente tecnológico de IA es la   reivindicación de la Roboética, como nueva materia de estudio imprescindible en la actual era robótica. Pues es la Roboética, y no la tecnología, seamos rigurosos ante el Principio de Realidad imperante (pues, como versó Quevedo, poderoso caballero es Don Dinero), quien restituirá al mundo académico como parte indispensable de cualquier motor de cambio social. Sí, quizás las universidades han perdido la batalla tecnológica, y por extrapolación la carrera por la innovación; pero no pueden ni deben perder la batalla Ética, o mejor dicho Roboética. Ya que, en caso contrario, ¿qué tipo de sociedad construirá la ética algocrática?. Seguramente una futurible que será de todo menos humanista, donde nuestro Imperio de los Derechos (cuya joya de la corona es el Estado del Bienestar Social) será, previsiblemente, desmantelado por la fuerza del Imperio del Mercado.  

 

Referencias

(1)     Arpanet. Wikipedia https://acortar.link/CVBRUW

(2)     Eliza. Wikipedia https://acortar.link/bhcEEn

(3)     Las universidades no quieren que la investigación en IA las deje atrás. Isabelle Bousquette. The Wall Street Journal, 12 Julio 2024 https://acortar.link/JKDB8r

(4)     ¿Puede Europa imponer su nueva ley de IA al resto del mundo?. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 15 Mayo 2023 https://acortar.link/d1gngn

(5)     La Ley IA de la UE puede devolver a Europa a la Edad Media. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 20 Junio 2023 https://acortar.link/t39yUb

(6)     La Ley IA de la UE: muerta antes de nacer por oposición del sector. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 18 Diciembre 2023 https://acortar.link/wzQzRB

(7)     La IA se comunica ya como humana, mientras Europa hace oídos sordos. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 17 Mayo 2024   https://acortar.link/6Tzs46

(8)     IA: sólo importa reducir costos y aumentar beneficios, aunque pierda la sociedad. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 16 Abril 2024 https://acortar.link/8BBsP0

(9)     La IA ya es un depredador laboral, aunque el ciudadano de a pie no lo perciba. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 11 Junio 2024 https://acortar.link/kyKEi1

(10) Sin Roboética (Modelo de Gobernanza IA Ética) no existe competitividad empresarial. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 22 Mayo 2024 https://acortar.link/x1M1FI

(11) Ingenieros IA y procesos industriales, dos variables con un sólo destino: la Roboética. Jesús A. Mármol. Bitácora de un Buscador, 28 Abril 2024 https://acortar.link/ZyoSkS

 

 

Por noreply 11 de agosto de 2024
Por noreply 11 de junio de 2024
No obstante, más allá del estado de anublamiento mental en el que parece vivir la mayoría de la sociedad, el principio de Realidad caracterizado por la acelerada sociabilización de una progresiva IA omnipresente y omnipotente se impone. Una realidad (cuyo empirismo no es sueño, como versaría Calderón de la Barca) donde la economía productiva, y con ella el mercado laboral, ni están exentos ni son inmunes. Y, todo y así, a pesar de esta patente realidad objetiva, la ciudadanía en su conjunto parece vivir bajo el síndrome de la rana hervida, ajena a la irrupción disruptiva de la IA que está transformado radicalmente el paradigma de la sociedad conocida.
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