La otra cara del sector de la IA: un mundo plagado de intrigas, suspense y acción

noreply • 15 de abril de 2024

Asimismo, debo apuntar que en este acompañamiento personal con la línea temporal evolutiva de la IA durante los últimos años, he sido testigo cómo las noticias científicas y académicas de índole marcadamente tecnológico se sucedían, de manera progresiva, con las noticias más de tipo corporativista propias de las empresas tecnológicas en IA que han ido cogiendo mayor peso a cada día que pasaba. Hasta el día de hoy que, noticias técnicas sobre innovación en IA y noticias corporativas sobre empresas de IA, están prácticamente a la par. Y doy fe como receptor diario de crónicas sectoriales a nivel mundial (cuyo repaso y análisis me llevan su tiempo). Es por ello, hecha esta exposición a modo introductorio, que en la presente reflexión no me centraré en las implicaciones roboéticas de la IA en un ámbito concreto de la vida humana stricto sensu , como es habitual en mí, sino que en esta ocasión y por primera vez me voy a decantar por dilucidar sobre un rasgo característico de la dinámica interna del sector de las grandes tecnológicas con IA. Y más concretamente, uno de sus lados más sombríos: las intrigas empresariales, que bien podrían protagonizar una película de espías, suspense, y acción.    

De hecho, ésta es una observación que últimamente me ha llamado la atención en el seguimiento del ecosistema IA, y que sin lugar a dudas deviene una consecuencia lógica de la alta revalorización económica y política que han alcanzado las ahora ya grandes tecnológicas en IA. Puesto que al final, en la cosmología humana, siempre acabamos en los mismo: dinero y poder.

Para muestra, expondré cinco derivadas, acaecidas públicamente en los dos últimos meses, seleccionando algunos casos de rabiosa actualidad para no extenderme (ya que no tengo interés alguno en hacer un acopio de hemeroteca):

1.-Empresas que roban datos a otras empresas

El caso más emblemático de esta acción fraudulenta es el de OpenAI que, en su imperiosa necesidad de conseguir más datos para entrenar a su IA -problema, sea dicho de paso, actualmente generalizado entre las grandes compañías en IA-, robó videos a la división Youtube de la empresa Google (1).

2.-Trabajadores del sector que venden secretos a la competencia

Como ejemplo de esta actividad, encontramos el sonoro caso de un ingeniero de Google que ha robado para China archivos secretos de IA (2). O el caso de dos investigadores de seguridad de OpenAI que acaban de ser despedidos por filtrar información, aunque la compañía guarda secreto sobre la naturaleza y el destino de dicha filtración (3).

3.-Trabajadores del sector que roban a clientes

En esta línea, nos encontramos con el escándalo de un ingeniero de seguridad de Amazon que ha robado 12 millones de dólares a través de los contratos inteligentes (plataformas DeFi) con dos de sus importantes clientes (4).

4.-Trabajadores del sector que boicotean a su propia empresa

Tal es el caso de un trabajador de código abierto de Microsoft que introdujo un software malicioso en el sistema, con el objetivo de permitir el acceso ilegítimo a millones de dispositivos de todo el mundo (5).

5.-Piratas que roban datos de clientes de las empresas del sector

De acciones de esta naturaleza se encuentran innumerables, entre las que hallamos desde plataformas de vídeo en streaming como Roku (6) , al que le robaron medio millón de cuentas, hasta dispositivos móviles como los Iphone de Apple que continuamente son pirateados con software espías mercenarios en todo el mundo (7).

Y junto a éstas muestras de la cara más lógrobe del mundo empresarial de las tecnológicas IA, no puedo dejar de señalar otras dos dinámicas sectoriales que las compañías llevan ya un tiempo largo realizando, y que merecen su mención especial:

6.-Empresas del sector que pagan a académicos para que apoyen sus prácticas

Como así se pone de manifiesto en un reciente artículo en The Whasington Post sobre las grandes compañías tecnológicas que, recordando las antiguas prácticas realizadas por la industria tabacalera para comprar académicos que elogiasen las virtudes de los cigarrillos y del hábito de fumar, financian a aquellos investigadores de universidades que se supone deben de fiscalizarlas bajo parámetros roboéticos (8).

7.-Empresas del sector que crean lobbies para presionar a los Estados

En este caso, nada nuevo bajo el sol, más allá de que las empresas tecnológicas se gastan millones al año para interferir en la vida democrática de los países que pueden ponerles trabas (9) , como así ha sucedido con los parlamentarios de la UE en el proceso -y suma y sigue- de la aprobación de la Ley comunitaria en IA.

Y esto es lo que sabemos, que no es más -presumible deducción mediante- que la punta del iceberg. Una trama llena de intrigas protagonizadas por personas en la sombra que bien dan para una película policiaca. Todo, como podemos observar, muy sórdido.

Expuesto el panorama de la situación, extraigamos dos conclusiones -una más obvia que la otra- para conocimiento didáctico del ciudadano medio:

1.-Los datos personales que los consumidores cedemos a las plataformas IA por uso de los servicios no están seguros (y seguramente nunca lo estarán), pudiendo ser susceptibles de explotación ilícita por parte del propio sector o de terceros. Lo cual atenta contra tres de los principios generales del corpus roboético:   Derecho a la Intimidad y Protección de Datos, Seguridad y Protección (en la robustez de la fiabilidad de los sistemas), y Responsabilidad y Rendición de Cuentas. He aquí un aviso para navegantes.

Y, 2.-Si percibimos que las prácticas corporativistas de las empresas tecnológicas en IA no son éticas, ¿podemos esperar que el sector se ajuste en materia de Roboética en aquellos ámbitos sobre los que opera? (dígase Educación, Salud, Política, Militar, Laboral, etc.). La respuesta es diáfanamente negativa, ya que en caso contrario sería como aceptar que un lobo con piel de oveja se comportase como una oveja y no como un lobo.

Es decir, cuando nos referimos a la IA no podemos caer en la ingenuidad como sociedad de atender exclusivamente las aplicaciones técnico prácticas que tienen para la vida cotidiana del hombre, sino asimismo debemos de poner atención fiscalizadora en el propio sector empresarial que la desarrolla, ya que éste determina la ética de aquella, y no al revés. Pues es el hombre como creador, con sus luces y sus sombras, quien otorga la pátina de ánima social a su creación. Una pátina que estadísticamente siempre acaba siendo sesgadamente partidista cuando interfieren variables, profunda y exponencialmente viciables, como son el dinero y el poder. Tengámoslo en cuenta.

A partir de aquí, queda claro que si un gran poder (como la IA) requiere de una gran responsabilidad, dicha gran responsabilidad no puede dirimirse única y exclusivamente por las propias empresas del sector que actúan a la vez de juez y parte; aunque cualquier medida contraria a ésta dinámica -no pequemos de ingenuos- ciertamente no es más que una utopía por regular, auditar y controlar un poder empresarial superior a los propios Estados (ya que el sector IA influye en todas las industrias de las economías de mercado de dichos Estados). O reformulado en términos del famoso Trilema de Epicuro:

1.-¿Quiere la sociedad evitar las prácticas no éticas de las empresas del sector tecnológico IA, pero no puede?, entonces la sociedad es impotente.

2.-¿Puede la sociedad, pero no quiere?, entonces la sociedad no es ética.

3.-¿Puede y quiere la sociedad?, entonces ¿por qué las empresas del sector tecnológico IA no son éticas?

Como podemos observar, entre las tres opciones contradictoras entre sí sólo una es posible, que no es otra -por validación empírica con la realidad- que la sociedad deviene impotente ante las (a veces incluso ignomiosas) prácticas anti roboéticas del sector IA.

Quede constatada así, tras el argumento expuesto en esta breve reflexión, la cara oculta del sector empresarial de las grandes tecnológicas para deslumbrados seguidores crédulos del mundo de la IA. Pues como reza el aforismo que popularizó Shakespeare (en El Mercader de Venecia ): no es oro todo lo que reluce.    

 

Referencias

(1)     OpenAI usó videos robados de YouTube para entrenar a GPT-4. Luís Miranda. Hipertextual, 8 Abril 2024 https://acortar.link/zdyhPE

(2)     Linwei Ding, el exingeniero de Google al que EE.UU. acusa de robar para China archivos secretos sobre Inteligencia Artificial. Kathryn Armstrong. BBC News, 7 Marzo 2024   https://acortar.link/3sJ1Xg

(3)     OpenAI ha despedido a dos investigadores de su equipo de seguridad de IA por supuestamente filtrar información, incluido Leopold Aschenbrenner, un aliado de Ilya Sutskever. Erin Wooy, Sthepanie Palacios. The Information, 11 Abril 2024 https://acortar.link/qy80kW

(4)     Ex ingeniero de Amazon recibe tres años por piratear plataformas DeFi. Chris Dolmetsch. Bloomerg, 12 Abril 2024 https://acortar.link/2pMaHp

(5)     Cómo un ingeniero evitó un enorme ciberataque global por un error de medio segundo. Jordi Pérez. El País, 9 Abril 2024 https://acortar.link/VCappo

(6)     Roku dice que 576.000 cuentas están comprometidas en una violación de datos. Alex Weprin. The Hollywood Report, 12 Abril 2024 https://acortar.link/QSfrpS

(7)     Apple envía notificaciones de amenazas a personas en 92 países, advirtiéndoles que su iPhone puede haber sido blanco de “ataques de software espía mercenario” remotos. Manish Singh. TechCrunch, 11 Abril 2024 https://acortar.link/fs1KRM

(8)     Las grandes tecnológicas financian a las mismas personas que se supone deben responsabilizarlas. José Menry, Noemí Mix. The Whasington Post, 7 Diciembre 2023 https://acortar.link/a9LiwG

(9)     Las grandes tecnológicas gastan 97 millones al año en lobby en la UE. Gabriela López. CincoDías, 31 Agosto 2021 https://acortar.link/tGsJF1