La otra cara del sector de la IA: un mundo plagado de intrigas, suspense y acción
Asimismo, debo apuntar que en
este acompañamiento personal con la línea temporal evolutiva de la IA durante
los últimos años, he sido testigo cómo las noticias científicas y académicas de
índole marcadamente tecnológico se sucedían, de manera progresiva, con las
noticias más de tipo corporativista propias de las empresas tecnológicas en IA
que han ido cogiendo mayor peso a cada día que pasaba. Hasta el día de hoy que,
noticias técnicas sobre innovación en IA y noticias corporativas sobre empresas
de IA, están prácticamente a la par. Y doy fe como receptor diario de crónicas
sectoriales a nivel mundial (cuyo repaso y análisis me llevan su tiempo). Es
por ello, hecha esta exposición a modo introductorio, que en la presente
reflexión no me centraré en las implicaciones roboéticas de la IA en un ámbito
concreto de la vida humana stricto sensu
, como es habitual en mí, sino
que en esta ocasión y por primera vez me voy a decantar por dilucidar sobre un
rasgo característico de la dinámica interna del sector de las grandes
tecnológicas con IA. Y más concretamente, uno de sus lados más sombríos: las
intrigas empresariales, que bien podrían protagonizar una película de espías,
suspense, y acción.
De hecho, ésta es una observación
que últimamente me ha llamado la atención en el seguimiento del ecosistema IA,
y que sin lugar a dudas deviene una consecuencia lógica de la alta
revalorización económica y política que han alcanzado las ahora ya grandes
tecnológicas en IA. Puesto que al final, en la cosmología humana, siempre
acabamos en los mismo: dinero y poder.
Para muestra, expondré cinco
derivadas, acaecidas públicamente en los dos últimos meses, seleccionando
algunos casos de rabiosa actualidad para no extenderme (ya que no tengo interés
alguno en hacer un acopio de hemeroteca):
1.-Empresas que roban datos a
otras empresas
El caso más emblemático de esta
acción fraudulenta es el de OpenAI que, en su imperiosa necesidad de conseguir
más datos para entrenar a su IA -problema, sea dicho de paso, actualmente generalizado
entre las grandes compañías en IA-, robó videos a la división Youtube de la empresa
Google (1).
2.-Trabajadores del sector que
venden secretos a la competencia
Como ejemplo de esta actividad,
encontramos el sonoro caso de un ingeniero de Google que ha robado para China
archivos secretos de IA (2).
O el caso de dos investigadores de seguridad de OpenAI que acaban de ser
despedidos por filtrar información, aunque la compañía guarda secreto sobre la
naturaleza y el destino de dicha filtración (3).
3.-Trabajadores del sector que
roban a clientes
En esta línea, nos encontramos
con el escándalo de un ingeniero de seguridad de Amazon que ha robado 12
millones de dólares a través de los contratos inteligentes (plataformas DeFi)
con dos de sus importantes clientes (4).
4.-Trabajadores del sector que
boicotean a su propia empresa
Tal es el caso de un trabajador
de código abierto de Microsoft que introdujo un software malicioso en el
sistema, con el objetivo de permitir el acceso ilegítimo a millones de
dispositivos de todo el mundo (5).
5.-Piratas que roban datos de
clientes de las empresas del sector
De acciones de esta naturaleza se
encuentran innumerables, entre las que hallamos desde plataformas de vídeo en streaming
como Roku (6)
, al que le
robaron medio millón de cuentas, hasta dispositivos móviles como los Iphone
de Apple que continuamente son pirateados con software espías mercenarios en
todo el mundo (7).
Y junto a éstas muestras de la
cara más lógrobe del mundo empresarial de las tecnológicas IA, no puedo dejar
de señalar otras dos dinámicas sectoriales que las compañías llevan ya un
tiempo largo realizando, y que merecen su mención especial:
6.-Empresas del sector que
pagan a académicos para que apoyen sus prácticas
Como así se pone de manifiesto en
un reciente artículo en The Whasington Post
sobre las grandes compañías
tecnológicas que, recordando las antiguas prácticas realizadas por la industria
tabacalera para comprar académicos que elogiasen las virtudes de los
cigarrillos y del hábito de fumar, financian a aquellos investigadores de
universidades que se supone deben de fiscalizarlas bajo parámetros roboéticos (8).
7.-Empresas del sector que
crean lobbies para presionar a los Estados
En este caso, nada nuevo bajo el
sol, más allá de que las empresas tecnológicas se gastan millones al año para
interferir en la vida democrática de los países que pueden ponerles trabas (9)
, como así ha sucedido con
los parlamentarios de la UE en el proceso -y suma y sigue- de la aprobación de
la Ley comunitaria en IA.
Y esto es lo que sabemos, que no
es más -presumible deducción mediante- que la punta del iceberg. Una trama
llena de intrigas protagonizadas por personas en la sombra que bien dan para
una película policiaca. Todo, como podemos observar, muy sórdido.
Expuesto el panorama de la
situación, extraigamos dos conclusiones -una más obvia que la otra- para conocimiento
didáctico del ciudadano medio:
1.-Los datos personales que los
consumidores cedemos a las plataformas IA por uso de los servicios no están
seguros (y seguramente nunca lo estarán), pudiendo ser susceptibles de
explotación ilícita por parte del propio sector o de terceros. Lo cual atenta
contra tres de los principios generales del corpus
roboético:
Derecho a la Intimidad y Protección de Datos,
Seguridad y Protección (en la robustez de la fiabilidad de los sistemas), y
Responsabilidad y Rendición de Cuentas. He aquí un aviso para navegantes.
Y, 2.-Si percibimos que las
prácticas corporativistas de las empresas tecnológicas en IA no son éticas,
¿podemos esperar que el sector se ajuste en materia de Roboética en aquellos
ámbitos sobre los que opera? (dígase Educación, Salud, Política, Militar,
Laboral, etc.). La respuesta es diáfanamente negativa, ya que en caso contrario
sería como aceptar que un lobo con piel de oveja se comportase como una oveja y
no como un lobo.
Es decir, cuando nos referimos a
la IA no podemos caer en la ingenuidad como sociedad de atender exclusivamente
las aplicaciones técnico prácticas que tienen para la vida cotidiana del hombre,
sino asimismo debemos de poner atención fiscalizadora en el propio sector
empresarial que la desarrolla, ya que éste determina la ética de aquella, y no
al revés. Pues es el hombre como creador, con sus luces y sus sombras, quien
otorga la pátina de ánima
social a su creación. Una pátina que
estadísticamente siempre acaba siendo sesgadamente partidista cuando
interfieren variables, profunda y exponencialmente viciables, como son el
dinero y el poder. Tengámoslo en cuenta.
A partir de aquí, queda claro que
si un gran poder (como la IA) requiere de una gran responsabilidad, dicha gran
responsabilidad no puede dirimirse única y exclusivamente por las propias
empresas del sector que actúan a la vez de juez y parte; aunque cualquier
medida contraria a ésta dinámica -no pequemos de ingenuos- ciertamente no es
más que una utopía por regular, auditar y controlar un poder empresarial
superior a los propios Estados (ya que el sector IA influye en todas las
industrias de las economías de mercado de dichos Estados). O reformulado en
términos del famoso Trilema de Epicuro:
1.-¿Quiere la sociedad evitar las
prácticas no éticas de las empresas del sector tecnológico IA, pero no puede?,
entonces la sociedad es impotente.
2.-¿Puede la sociedad, pero no
quiere?, entonces la sociedad no es ética.
3.-¿Puede y quiere la sociedad?,
entonces ¿por qué las empresas del sector tecnológico IA no son éticas?
Como podemos observar, entre las
tres opciones contradictoras entre sí sólo una es posible, que no es otra -por
validación empírica con la realidad- que la sociedad deviene impotente ante las
(a veces incluso ignomiosas) prácticas anti roboéticas del sector IA.
Quede constatada así, tras el
argumento expuesto en esta breve reflexión, la cara oculta del sector
empresarial de las grandes tecnológicas para deslumbrados seguidores crédulos del
mundo de la IA. Pues como reza el aforismo que popularizó Shakespeare (en El
Mercader de Venecia
): no es oro todo lo que reluce.
Referencias
(1)
OpenAI usó videos robados de YouTube para
entrenar a GPT-4. Luís Miranda. Hipertextual, 8 Abril 2024 https://acortar.link/zdyhPE
(2)
Linwei Ding, el exingeniero de Google al que
EE.UU. acusa de robar para China archivos secretos sobre Inteligencia
Artificial. Kathryn Armstrong. BBC News, 7 Marzo 2024
https://acortar.link/3sJ1Xg
(3)
OpenAI ha despedido a dos investigadores de su
equipo de seguridad de IA por supuestamente filtrar información, incluido
Leopold Aschenbrenner, un aliado de Ilya Sutskever. Erin Wooy, Sthepanie
Palacios. The Information, 11 Abril 2024 https://acortar.link/qy80kW
(4)
Ex ingeniero de Amazon recibe tres años por
piratear plataformas DeFi. Chris Dolmetsch. Bloomerg, 12 Abril 2024 https://acortar.link/2pMaHp
(5)
Cómo un ingeniero evitó un enorme ciberataque
global por un error de medio segundo. Jordi Pérez. El País, 9 Abril 2024 https://acortar.link/VCappo
(6)
Roku dice que 576.000 cuentas están
comprometidas en una violación de datos. Alex Weprin. The Hollywood Report, 12
Abril 2024 https://acortar.link/QSfrpS
(7)
Apple envía notificaciones de amenazas a
personas en 92 países, advirtiéndoles que su iPhone puede haber sido blanco de
“ataques de software espía mercenario” remotos. Manish Singh. TechCrunch, 11
Abril 2024 https://acortar.link/fs1KRM
(8)
Las grandes tecnológicas financian a las mismas
personas que se supone deben responsabilizarlas. José Menry, Noemí Mix. The
Whasington Post, 7 Diciembre 2023 https://acortar.link/a9LiwG
(9)
Las grandes tecnológicas gastan 97 millones al
año en lobby en la UE. Gabriela López. CincoDías, 31 Agosto 2021 https://acortar.link/tGsJF1